Una bici o un corazón
Una bici caída del cielo para María. Técnica mixta sobre tabla. 130x97 cm. 2024
MARÍA PANS AUCEJO
Tengo muchas anécdotas en Jérica. Soy de aquí y aquí me crié. Mi infancia, aunque muy pobre, fue muy feliz. Me gusta mucho recordar lo que voy a contar. Sucedió cuando yo contaba con 11 o tal vez 12 años. Como bien he dicho, éramos una familia muy humilde. Yo no tenía bicicleta. Todas las tardes, al salir del cole y en verano, todos mis amigos quedábamos para ir a todos los rincones maravillosos de Jérica. Todos en bici, y yo corriendo como una loca para alcanzarlos. Por aquel entonces, Pascual Redón, para mí Sardina, tenía un taller junto al bar Aragonés. Todos los días me veía pasar corriendo como una loca, hasta que decidió pararme:
—Panserica, panserica, ¿por qué vas tan corriendo y con esa sofoquina? —Me dijo Pascual.
—Es que todas mis amigas tienen bici y como nosotros somos pobres, a mí me toca correr.
Pascual se sonrió y no me dijo nada más. Pasaron unos días y Pascual mandó recado con mi abuela Pansera para que mi padre y yo bajáramos al taller. Como yo era algo “raspa”, mis padres no dejaban de preguntarme la posible maleza que había cometido. Una tarde, al llegar mi padre de su faena, me recogió y nos fuimos al taller. Pascual había restaurado una bicicleta y me la regaló. Mi padre creía que yo la había pedido. Nada más lejos. Mis padres humildes, pero nos dieron muy buena educación. En ese momento mi alegría y la gratitud fueron por la bicicleta. Cuando crecí descubrí el gesto, ese gesto de buen corazón y que hace grandes a las personas, la humanidad de Pascual. Un beso allá donde estés.