Yo tenía 3 abuelas

Madre puede ser más que una. Ilustración digital. 2024

AMPARO HERRERO ALIAGA

Hola, buenos días me llamo Amparo Herrero Aliaga y os voy a contar la historia de mi abuela paterna Consuelo y su madre de leche. 

Se la dedico a mi padre Manuel Herrero Gil, “el alguacil”, que nos la contaba con mucho cariño, la voy a titular “Yo tenía tres abuelas”. 

Eres pequeña y un día descubres quien son los abuelos, y mi padre nos contó: 

—Yo tenía tres abuelas Joaquina, Asunción y Manuela.

 Mi hermana y yo reíamos y decíamos ¡eso es imposible! 

Mi abuela Consuelo Gil Pérez nació el 29/04/1905 siendo melliza de Teresa. En aquel entonces no se podía amamantar a dos bebés a la vez por lo que mi abuela fue criada por una señora de Novaliches, Manuela Clausí Tello, en adelante “la abuela Poli”. Tal fue el vínculo entre las dos que mi abuela la llamaba madre.

 Pasado el tiempo la abuela Poli tenía una hija, Consuelo, y marchó a Barcelona a vivir con ella. 

Transcurrieron unos años, y un día mi abuela Consuelo recibió una carta de la abuela Poli, en la cual escribía si podía venir a Jérica. Sin dudarlo mi abuela Consuelo le dijo que sí. 

Mi padre y todos sus hermanos, Consuelo, José, Manuel, Luis y Pili, fueron a esperarla. La sorpresa al verla llegar fue que traía consigo su cama. 

Vivían en el “Rincón del Cachorro” los ocho. Pasados unos días la abuela Consuelo le preguntó a la abuela Poli: 

—Madre, ¿cuánto tiempo piensa quedarse? Ella le respondió que no quería irse, a lo que mi abuela le contestó: 

—Puede quedarse, compartiremos todo. 

Eran tiempos de escasez, el año no lo recuerdan, pero sería a partir del año 45. 

La abuela se quedó en Jérica. Dormía con los chicos, cuidaba de todos ellos, zurzía calcetines, iba a misa y lo más importante recibía el cariño de toda la familia. 

Unos años después mis abuelos compraron una casa en la calle Santa Ana. La abuela Poli les pidió a mis abuelos tener una habitación propia, puesto que los chicos ya se hacían mayores. Y así fue.

 Mi abuelo trabajó las tierras de la abuela Poli, y aquí vivió bastantes años, más de diez seguros. A los años enfermó, vino su hija, pero marchó y la dejó con mi abuela Consuelo. Mi tía Pili recuerda que estuvo más de dieciocho días en coma y mi abuela Consuelo permaneció a su lado sin dejarla hasta que falleció. 

No heredaron tierras ni nada material, pero heredaron lo más importante… el tiempo, los momentos y el inigualable amor de una tercera abuela. 

Esta historia llena de cariño y amor, quiero dedicarla a todas esas mujeres luchadoras que aun siendo MADRES volvieron a serlo.

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