Historia de amor

Técnica mixta sobre lienzo. 92x73 cm. 2024

SUSANA DÍAZ PORTOLÉS

Quiero contaros la historia de amor más bonita que conozco y no porque sean mis abuelos si no porque la vida te enseña que cuando en el destino dos personas han nacido para estar juntas ni una guerra los separa. Y Jérica fue testigo…

Manuel Portolés nació en Jérica en el año…, en una casa en la calle… frente a las antiguas escuelas. Manuel vivió en ella durante un tiempo, correteó y creció por las calles de nuestro querido pueblo. Con los años sus padres se trasladaron y 7 años después, en la misma casa, nacía mi abuela, Dolores Blanco. En el mismo techo que vio nacer a mi abuelo… ¿casualidad? Yo diría destino y cada vez que paso bajo ese balcón me invade una sensación de amor puro y pienso lo que es la vida: mira que hay casas en Jérica y ellos nacieron y dieron sus primeros pasos en la misma.

Ellos no se conocían todavía y obviamente nadie podría imaginar lo que a estos dos jericanos el destino les aguardaba.

Pasaron los años y llegó la guerra. Mis abuelos tuvieron que emigrar, él a Sagunto y ella a Barcelona. Mi abuelo iba de Sagunto a Jérica mientras trabajaba en lo que podía en aquellos tiempos.

La madre de Dolores cayó enferma y mi abuela tenía que cuidarla porque su padre murió en la guerra. Su hermana Teresa se casó con otro jericano y se quedó a vivir en Jérica. ¿Otra casualidad que él fuese amigo de mi abuelo?

Llegó un verano en el que mi abuela viajó a Jérica a visitar a su hermana Teresa,  mi abuelo se cruzó con Teresa en la Rocha de la calle del lavadero y ella le dijo:

—¿has visto a mi hermanica? está subiendo, ha ido a lavar la ropa a los lavaderos, espérate y la conocerás. 

Ella apareció con la cesta de la ropa en la cadera y Manuel dijo:

—¿ella es tu hermana? Es tan guapa… 

Y mirándola a los ojos le dijo:

—Dolores, pues contigo me voy a casar. 

Mi abuela se sonrojó y tímidamente escondió la sonrisa que le provocó. Desde entonces empezaron a festejar juntos. Ella volvió a Barcelona, fueron novios durante un tiempo, cartas y más cartas, alguna visita de mi abuelo , y llegó un día en el que  él le planteó casarse. No podían estar más tiempo viviendo su amor a distancia, separados. No era fácil para ellos,  mi abuela no podía dejar a su madre en Barcelona, estaba impedida en una silla de ruedas. Decidieron romper su relación y cada uno decidió hacer su vida. 

Mi abuela comenzó a festear con otro hombre, relojero de profesión y mi abuelo con otra mujer paralelamente. Pero mi abuelo siempre sabía de ella por la amistad que tenía con el marido de Teresa y viceversa.

Manuel hasta llegó a tener fecha para su boda, pero me daréis la razón cuando digo  que el amor y el destino al final no lo elegimos sino, que nos elige… Un mes antes de su boda la novia de Manuel muere de un infarto, con el vestido comprado y así la despidieron en su funeral. Mi abuela seguía haciendo su vida y con el tiempo puso fin a su relación, supongo que sabe que lo que siente por Manuel no podrá volverlo a sentir por nadie. Al poco tiempo fallece su madre y a mi abuelo le llega la noticia. Manuel no iba a dejar escapar la oportunidad de reconquistar a Dolores, a su amor. Y así fue, Dolores ya no tenía nada que la retuviera en Barcelona, solo dos hermanas más que eran jóvenes como ella. Por fin mi abuela volvió a Jérica. Por fin volvió con su amor, mi abuelo Manuel.

Jérica seguía siendo testigo de lo que había nacido en ella. ¿Estaban predestinados o no? Por mucho que se separaron, el destino los acabó uniendo. Se casaron y tuvieron cuatro hijos y siete nietos, una de ellas soy yo.

Ellos compraron una casa arriba en la torre que poco a poco se fue llenando de vida entre hijos, nietos y bisnietos… 

Jérica los tiene con ella, en el cementerio del pueblo. Ahora son ellos los testigos de las nuevas historias de amor que nazcan mientras permanecen juntos por siempre: Manuel y Dolores.

Jérica es nuestro pueblo querido. Cuando mis abuelos me contaban su historia me emocionaba muchísimo porque aún habiendo pasado tantos años, él la miraba a ella y me decía:

—Nieta, ella es la mujer más hermosa del mundo y desde el momento que la vi le dije que me casaría con ella.

 Y yo… moría de AMOR.

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